El Barçarealizó un poema en forma de fútbol para los seguidores de Seúl y para los suyos.
Fuera y dentro del estadio lo desean; los hinchas buscan su presencia en los hoteles de concentración, celebran y lo apuntan con alegría los aficionados rivales, al igual que sus oponentes sobre el campo. Las marcas comerciales lo anhelan, sus compañeros lo buscan para abrazarlo, y quienes simplemente quieren disfrutar de su juego se acercan. Sin lugar a dudas, Lamine Yamal es el mejor futbolista de la Tierra y definió el amistoso contra el FC Seoulen la primera mitad, aunque la celebración del fútbol del equipo de Flick fue conjunta, colectiva y sumamente emocionante.
El Estadio Mundialista de Seúl, erigido para el evento de 2002 que Corea del Sur y Japón organizaron, recibió al Barça con una asistencia casi total. Coldplay resonaba en los altavoces y unos 62. 482 aficionados celebraban incluso los goles de Flick durante el calentamiento. Las camisetas azulgranas (la nueva aún no se ha popularizado) predominaban, al igual que en Kobe, aunque aquí el apoyo local era significativamente más ruidoso (un grupo detrás de una de las porterías se hace llamar ‘Ultras Gritar’, lo dice todo).
Flick presentó nuevamente una alineación fuerte, aunque con algunas variaciones respecto al primer partido: Koundé sustituyó a Èric, Araujo a Íñigo, De Jong a Gavi, Olmo a Fermín López y Lewandowski a Ferran Torres. En esencia, el equipo titular se asemejaba bastante al habitual de la temporada pasada.
Con el primer toque de Lamine y su primera croqueta, el estadio estalló. Confirmado: la afición era blaugrana; como si presenciaran a los ‘Globetrotters’, sonaban vítores y aplausos ante las genialidades de los azulgranas. El jugador de Rocafonda seguía realizando jugadas y solo dejó de sonreír al ser derribado dentro del área, cuando ya se visualizaba su tiro a la red. El ambiente también tenía su olor, a pollo frito, en honor al patrocinador de la gira en Corea del Sur, ‘BBQ’, que es bastante popular en el país.
El gol era solo cuestión de tiempo y llegó en un contraataque, después de que Olmo robara el balón y avanzara hasta ver a Lamine solo en la derecha. El de Rocafonda disparó al poste y Lewandowski recogió el rebote para abrir el marcador. Como el extremo tenía ansias de marcar, se inventó una jugada, con algún rebote incluido, para disparar desde la frontal al palo del portero. El segundo gol llegó, y el espectáculo de Lamine Yamal le hizo levantarse y aplaudir hasta el final del encuentro. ¡No es normal, hombre, eso no es habitual!
Su único desacierto, totalmente perdonable, fue un balón perdido que terminó en un tiro imparable de Young-Wook Cho, el ‘9’ del FC Seoul, que superó a Joan Garcia. Luego se enfocó nuevamente en su desempeño y Dani Olmo se unió al espectáculo, robando, avanzando, y filtrando; se notaba su habilidad. Solamente le faltaba el gol, y casi lo consigue tras una asistencia de Raphinha.
Todo parecía bajo control hasta que una asistencia impresionante de Anderson, con un taco, a Yazan Al-Arab finalizó con un disparo del defensa que resultó cruzado. Joan Garcia no pudo hacer nada al respecto. Faltaba poco para el término de la primera mitad, quedaba tiempo más que suficiente para que Lamine Yamal, que parecía aburrirse, volviera a brillar. Dani Olmo lo lanzó hacia el ataque y, tras un recorte, anotó. Un casi gol y dos tantos en la primera mitad: un regalo para quienes disfrutaban desde las gradas.
El espectáculo continúa en la segunda
En la segunda mitad, la potencia de Rashford, la inquebrantable ilusión de Héctor Fort, el esfuerzo recompensado de Ferran Torres con sus dos goles, el deseo de mostrar su calidad de Bardghji, el manual de Casadó para jugar como pivote, el corazón y, por supuesto, el talento de Gavi, quien anotó el sexto gol. Aportó también la calidad disfrazada de Fermín, el deseo constante de Gerard Martín, y el potente disparo de Christensen desde Lillerød, su ciudad natal; sin embargo, lo más importante del segundo tiempo fue una verdadera celebración del FÚTBOL TOTAL BARCELONA.