Bellingham no saludó a ningún miembro del Barcelona. Un acto que fue notablemente observado.
En una final repleta de emociones, hubo un aspecto que atrajo la atención. Mientras el FC Barcelona rendía homenaje al Real Madrid con un pasillo como subcampeón de la Copa del Rey 2025, Jude Bellingham fue el único integrante del equipo blanco que optó por no estrechar la mano de los futbolistas culés.
Un gesto que ha suscitado controversia en las redes sociales
Un acto gélido y desafiante que rápidamente provocó reacciones en las redes sociales, generando un intenso debate entre aficionados y medios de comunicación.
El pasillo, una práctica de respeto en el fútbol español, tuvo lugar tras el silbato final. Los jugadores del Barcelona se alinearon en dos filas para reconocer la dedicación de los futbolistas blancos, a pesar de la histórica rivalidad existente entre ambos clubes. Uno a uno, los componentes del Real Madrid atravesaron la línea de jugadores blaugranas, chocando las manos con todos, salvo uno: Bellingham.
El inglés, de expresión seria, avanzó en línea recta, sin mirar ni ofrecer su mano a los jugadores del Barça. Una imagen impactante, que para muchos encapsula el espíritu competitivo y orgulloso de un futbolista que aborrece la derrota y que no acepta el fracaso con diplomacia.
La actitud de Bellingham no tardó en provocar reacciones. Entre los aficionados madridistas, algunos applaudieron su rebeldía como una demostración de carácter. Para ellos, un jugador del Real Madrid no debería celebrar ni aceptar reconocimientos después de perder una final. En contraste, desde la perspectiva culé, el gesto ha sido considerado una falta de respeto hacia la tradición y el juego limpio que siempre ha defendido el fútbol.
¿Un acto de orgullo o de arrogancia?
Bellingham no es un jugador común. Desde su llegada al Madrid, ha manifestado una personalidad dominante tanto dentro como fuera del campo. Su decisión de no participar en el protocolo del pasillo refleja esa intensidad que le ha permitido convertirse en uno de los líderes del equipo en un tiempo récord. Para algunos, fue un acto de orgullo; para otros, de arrogancia.
Lo innegable es que la imagen ahora forma parte de la historia de esta final. En un deporte que se vuelve cada vez más medido y protocolar, Bellingham ha desafiado el guion, dejando en claro que no está hecho para sonrisas forzadas. Ni siquiera ante la derrota.
¿Fue un gesto de valentía o una falta de respeto? Cada aficionado tendrá su propia opinión. Lo que es indiscutible es que Jude Bellingham continúa forjando su propia historia en el Real Madrid. . . a su manera.