1-2: Despedida de la Champions, con corazón y sin juego
En un encuentro que sin duda tendrá repercusiones a largo plazo, el Madrid se acercó a su legado animado por la intención, pero completamente carente de su juego, concluyendo con el intercambio de una remontada por otra caída ante el Arsenal. La atmósfera fue espectacular y se hizo el esfuerzo, aunque con escasa precisión y evidentes signos de frustración.
Ancelotti optó por arriesgar desde el inicio con sus jugadores, causando inquietud entre los aficionados en Twitter al alinear simultáneamente a Lucas Vázquez y Alaba en las posiciones defensivas, mientras reservaba a Valverde para el mediocampo junto a Tchouaméni y Bellingham. Las esperanzas de observar un centro del campo más ingenioso con la inclusión de Ceballos o Modric se desvanecían. De cualquier forma, el minuto de silencio en homenaje a dos ilustres madridistas como Beenhakker y Vargas Llosa intensificaba de manera impresionante la sensación de estar ante un momento histórico. La atmósfera era electrizante.
El partido comenzó a desarrollarse bajo un estruendo ensordecedor de voces apasionadas que ni siquiera un disparo repentino de Saka pudo silenciar. El Madrid, animado pero impreciso, enfrentaba dificultades para contener los contraataques de los gunners. Saka volvió a disparar, obligando nuevamente a Courtois a intervenir de manera espectacular.
La impresión tras los primeros diez minutos era que el Arsenal estaba en condiciones de casi decidir la eliminatoria, y esa sensación se intensificó cuando el VAR alertó al árbitro sobre un agarrón de Asencio en el área. Saka ejecutó y Courtois, desde el suelo, logró detener la tentativa de Panenka. No había manera de empezar de forma más épica. Existe un sentido de épica al frustrar el intento del rival de bloquear tu remontada. Se anticipaba la penúltima tentativa de la remontada, pero, lamentablemente, no sería así.
Impulsado por la intensidad del momento, el Madrid mostró más ímpetu que precisión. Los sucesivos disparos de Valverde y las incursiones de Vini, aunque sin éxito, parecían presagiar el instante en que la hazaña se encauzaría, aunque tal vez solo éramos nosotros deseando fuertemente que sucediera. Un centro chut de Bellingham no encontró a nadie para rematarlo.
En el minuto 22, un centro largo hacia Asencio culminó en un agarrón de Rice al propio Kylian. Luego de un tiempo de revisión del VAR que superó al que el Barça dedicó a Negreira, el árbitro revocó su decisión de señalar un penalti. Una auténtica confusión.
Con tantas interrupciones, transcurrida media hora apenas se había practicado el fútbol. Los jugadores de Ancelotti optaban en gran medida por envíos aéreos, ya que carecían de un rematador tradicional. La evocación del espíritu de las antiguas remontadas de los años ochenta no debía hacer olvidar que Santillana no estaba presente en el campo. Como observaba Álvaro Benito, aunque el fervor estaba evidente en el terreno de juego, casi no había indicios de la calidad del equipo. Raya actuaba solo como un mero testigo.
Los futbolistas locales encadenaron varios córners que brindaron un peligro algo artificioso, por decirlo de alguna manera: era peligroso ya que la afición deseaba que generaran amenaza. Los valientes intentos del equipo blanco chocaban contra la sólida defensa londinense. El Madrid continuaba enviando el balón en largo en una etapa muy posterior a Santillana y bastante distante de Joselu. De hecho, Martinelli tuvo una ocasión y Courtois volvió a intervenir.
En un partido que, sin duda, debería tener repercusiones a largo plazo, el Madrid mostró su aspiración a la grandeza, pero careció completamente de su juego, terminando por intercambiar la remontada por una nueva derrota ante el Arsenal.
No se comprendió la falta de cambios tras el descanso, al igual que no se entendieron las múltiples apelaciones previas a jugar con inteligencia. Era un encuentro para la euforia, y Carletto se aferraba a los métodos más anticuados (y arriesgados) del conservadurismo.
La segunda parte continuó de la misma manera, que es lo que suele suceder cuando no se intenta algo diferente. Vinícius resolvió un contragolpe complicado (todos lo eran) con un tiro que fue fácilmente detenido por Raya. Ese fue el primer tiro a puerta. Minuto 56.
De un intento de gol olímpico de Rodrygo se pasó a un contragolpe donde Asencio fue providencial al interceptar ante Saka. El partido estaba fragmentado.
Rodrygo, Alaba y Lucas Vázquez fueron reemplazados por Endrick, Ceballos y Fran García. Era el minuto 60. Aún quedaban treinta minutos para un milagro que cada vez parecía más distante para el Madrid. Impulsados por una creciente ansiedad, el Madrid intentaba con una precipitación alarmante, lo que resultó en lo inevitable. Merino envió un excelente pase a Saka, quien, con sutileza, terminó el balón en la red superando a Courtois. 0-1.
Quizás debido a la relajación que siguió a su gol, Saliba cometió un error grave inmediatamente después, entregando un balón propicio que Vinícius no desaprovechó para igualar la contienda. Fue un fallo defensivo aislado en medio de una destacada actuación de la defensa del Arsenal.
El equipo de Madrid continuaba sin mostrar un rendimiento destacado. Mbappé sufrió una lesión y fue reemplazado por Brahim. También se incorporó Modric al terreno de juego, quedando solo quince minutos restantes. El control del esférico y la inteligencia en el juego eran evidentes en los jugadores ingleses. Odegaard estuvo cerca de anotar, pero su disparo se fue desviado. El Arsenal estaba realizando un partido menos llamativo, aunque igual de efectivo que en el encuentro de ida. Brahim ejecutó un tiro bien dirigido tras una notable jugada, y Endrick casi logra marcar luego de recibir el balón con el pecho. Odegaard volvió a intentar el disparo. Ya no había tiempo para más acciones significativas. Sin embargo, Martinelli logró escapar solo y, con gran serenidad, superó a Courtois, evidenciando la clara superioridad del Arsenal a lo largo de toda la eliminatoria.
El Madrid anhelaba acercarse a su leyenda con fervor, pero su estilo de juego no le permitió ni siquiera aproximarse al milagro que requería.